El informe de Human Rights Watch, a diferencia del de Amnistía
Internacional, no otorga responsabilidades políticas ni penales a las
autoridades. Es esta diferencia entre ambos informes la que, para
expertos, marca el trato diferenciado que el Gobierno le ha dado a ambas
organizaciones.
“Human Rights Watch ha desestimado la existencia de una política sistemática con la intención de dañar a los manifestantes. Queremos ser muy claros en esto, nuestra política ha sido siempre el resguardo de los derechos fundamentales, como la libertad de expresión y la integridad física de nuestros compatriotas, junto a la mantención del orden público, como componentes fundamentales de nuestra democracia”, aseguró la subsecretaria de Derechos Humanos.
Y es que el informe de HRW, en cierta manera, va en la misma línea del que ha sido el discurso del Gobierno desde el día en que estalló el movimiento social y su postura frente a las violaciones de los derechos humanos. Es decir, desligarse de su responsabilidad respecto de los atropellos, señalar que no habrá impunidad, que los antecedentes se pondrán en manos de tribunales y que serán éstos los que determinarán responsabilidades. Sin embargo, el informe de Amnistía Internacional estableció lo contrario, que “en Chile hay una política de violación de los derechos humanos con la intención de dañar a los manifestantes y neutralizar la protesta social”.
Human Rights Watch, a diferencia de Amnistía, no otorga responsabilidades políticas ni penales a las autoridades a cargo, sino que apela a la Justicia para hacer un llamado a la no impunidad. Es esta diferencia entre ambos informes la que, para la directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Chile, Nancy Yáñez, marca el trato diferenciado que el Gobierno le ha dado a ambas organizaciones y, por supuesto, a sus conclusiones.
“Por supuesto que esto es lo que finalmente uno podría especular que lleva al Presidente de la República a darle un tratamiento desigual a ambas organizaciones de derechos humanos que tienen la misma o similar composición. Y entonces volvemos sobre el punto inicial, que lo que está intentando el Estado, aparentemente, es validar aquellar posiciones que finalmente blinden al Presidente de la República sobre su eventual responsabilidad política“, afirmó la académica en conversación con este medio.
Una conclusión similar fue la que manifestó el abogado y presidente de la Comisión Chilena de Derechos Humanos, Carlos Margotta, quien en conversación con Diario y Radio Universidad de Chile sostuvo que Human Rights Watch es “el regalón de los gobiernos de derecha de la región”. En ese sentido, Margotta sostuvo que, debido a que no se otorgan responsabilidades a las autoridades de gobierno, se hace obvia la razón por la cual el Ejecutivo valora este informe.
“Libera de toda responsabilidad a quienes son los responsables, que han permitido en su condición de autoridad esta verdadera política de violaciones a los derechos humanos. Entonces es por eso que claro, se valora. Porque al final de cuentas hay un corte entre las autoridades y los autores materiales”, señaló el dirigente de la Comisión Chilena de Derechos Humanos.
“El informe de Human Rights Watch lo que hace es encapsular la responsabilidad en los autores materiales, de manera que esa es, sin lugar a dudas, una explicación obvia de por qué hay una valoración de este informe“, agregó Margotta.
Y es que Human Rights Watch no siempre se llamó así. Nació bajo el nombre de ‘Helsinki Watch’ en Washington D.C., en 1978, tres años después de la firma de la Declaración de Helsinki, un acuerdo no vinculante en que 35 países comprometían, entre otras cosas, el respeto a los derechos humanos. ‘Helsinki Watch’ se conformó en Estados Unidos para vigilar que los países pertenecientes a la Unión Soviética cumplieran los compromisos del acuerdo, pero a medida que el conflicto entre las dos súper-potencias se fue acrecentando, en los ‘80 decidieron crear la división Americas Watch, para luego expandirse a todo el mundo y finalmente, en 1988, evolucionar a su nombre actual.
Con su sede en Nueva York, Estados Unidos, y con oficinas en Beirut, Berlín, Bruselas, Chicago, Ginebra, Johannesburgo, Los Ángeles, Moscú, París, San Francisco, Tokio, Toronto y Washington, hoy Human Rights Watch es una de las organizaciones de defensa de los derechos humanos más grandes del mundo.
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